Dicen que la oralidad tiene que ver bastante con transmitir
tu historia y sin duda Ángela Bolaños Cortez fue esa encargada de custodiar los
recuerdos familiares, algunos se van y se evaporan como el agua, pero otros se
quedan porque alguien simplemente se encarga de que estos si no pasan a todos
puedan calar en dos o tres, pero a veces resulta que eso simplemente se queda
con uno de los miembros de un gran clan, por lo general sucede, la gente tilda
a ese personaje como loco, pero en las sienes la única forma de catalogar a
estos es el de apasionado por la Historia y la Herencia Familiar. Yo vi a mi
abuela hasta el último llorar a su marido don Eleodoro Clark, y eso que había
pasado muchos años, cuando ella hablaba parecía que no hubiera transcurrido
tanto tiempo, el escucharla traía consigo respeto, pues cuando evocaba
recuerdos familiares lo hacía con tal solemnidad, pues su familia Los Clark, de
la que ella formo parte y a la que ella ayudo a dar forma merecía ese trato.
Hay gente que tiene escuela, que tiene colegio y que tiene Universidad, pero
eso es parte de un curriculum a la final, pues como les dije a algunos fulanos
tener un título registrado en algún lugar no es sinónimo de inteligencia, pues
la inteligencia es algo innato que viene contigo y que te hace ser vivo y ver
la vida de forma distinta, pues tu capa y tu muceta son la sabiduría que tienes
al poder vivir. Estar frente a esta mujer me hacía sentir pequeño, pues mi
abuela materna era una de las personas más prodigas en poder expresarse y lo
hacía con una claridad diáfana que podía admirar a propios y a extraños, a la
señora Ángela del Rosario Bolaños Cortez, no le podías meter gato por liebre
porque te sacaba la verdad, y es mas no andaba con rodeos te decía tal como lo
dicen la mayoría de mis parientes Clark, las cosas de frente con comas y con
tildes. Cuando a mi abuela se le preguntaba de donde era su suegro ella decía,
don Philip, “el vino de Jamaica”, comenzando por esa apreciación mi abuela
comenzaba a desarrollar esa Historia, para ella hablar del padre de su esposo
conllevaba un respeto, que de pronto no todos se lo ganan, pero aquel
jamaiquino alto y barbado llamado Philip Clark se lo gano y lo hizo en su
espacio lleno de ética, moralidad y de buenos ejemplos como buen protestante…El
entorno católico de ese entonces del país y de su familia política hasta ese
entonces no comprendía eso que parecía una nueva Fe, el tener un apego a la
Biblia y el llamar dura y severamente la atención a su hijo por su forma de
vivir…Desde un principio al conversar con ella a la puesta de una tenue luz
tomando un café, ella manifestaba que el bisabuelo había participado en la
Construcción del Ferrocarril, para ella un orgullo, para quienes le escuchamos
más, pues al igual que el caso de otras familias de jamaiquinos, pertenecer a
la plana de aquellos obreros que hicieron posible esa gesta es recordar que hay
una herencia de nobleza cursando por tus venas. Como si fuera ayer recuerdo
siempre que ella manifestaba que su suegro había llegado a Ecuador porque en su
país hubo una crisis económica, con el tiempo leyendo a profundidad esa
historia supe que la abuela si había conversado con el bisabuelo y lo que decía
era la pura verdad. Sin duda haberle tenido como su huésped en la casa grande
donde vivían los Clark y haberse desarrollado a partir de ese tronco añoso y
grande que dio origen a su familia, hacía que la competencia no fuera para un
ajeno, sino asistir al abuelo de Dora, Felipe, Carmen Raquel, Cirilo y Julio
que ya corrían por aquella casa siendo la alegría del hogar de los
Clark-Bolaños. Noticias de los relatos de un Philip Clark lector de la Biblia
llegaron a mi tiempo después, deduzco que el respeto a la confesión cristiana
debe de haber sido un manejo de prudencia que tuvo la señora Ángela Bolaños
Cortez, pero la aceptación a esa nueva FE, seria parte del baluarte de su
personalidad años después, no sé cómo haya sido mi abuela de católica, pero yo
viví su época de cristiana, vivir lo que predicas, vivir lo que escuchas, vivir
lo que lees y más vivir lo que dices ser es sumamente difícil, pues te diré que
en los años de mi niñez yo vi que mi abuela fue cristiana no de papeles, sino
de esas convencidas de que Cristo cambia vidas y de que es el Mismo Ayer, Hoy y
por Los Siglos, a propósito de ser el lema de la Iglesia donde ella se
congregaba, la Iglesia Cuadrangular. La influencia rectilínea de su suegro y
después la aceptación de esa Fe de parte de su esposo mismo hizo que ella
pasara a creer en ese Dios inmutable y maravilloso que nunca cambia y que sigue
siendo el mismo.
La Fe se hereda, sí, pero lo que llevas en el corazón, no.
Todo comenzó en un poblado chico, lleno de organización y de
una administración particular que levanto en el campo una industria azucarera
como ejemplo de modelo y de gestión, así nació San Carlos, a ese lugar llegaron
los Clark, padre e hijo, sin mujer y sin madre en su respectivo orden, la
maldita fiebre amarilla se había llevado a mi bisabuela la señora Mercedes
Quizphe cuencana la que aporto con sus genes a la originalidad de mi abuelo. No
sé porque llegaron a esa parte del territorio patrio, pero mi bisabuelo llego
de mano de un niño y mi abuelo creció allí tras haber nacido en CHUNCHI
pueblito formado con el advenimiento del tren, quien creyera que un
jamaiquino-ecuatoriano nacería en una localidad de la Sierra y que por nuestras
venas circulara un porcentaje de sangre morlaca que nos hace cercanos más a los
Andes que a la Costa mismo. Pero en ese lugar, en el Ingenio San Carlos el amor
le robaría al amor espacio y el amor fructificaría de forma extraordinaria en
la vida de Eleodoro & Ángela, mis abuelos, hasta llegar a ser parte de una
familia respetada y respetable en esa localidad, siempre me lleno la boca
diciendo, mi abuelo no era un obrero más, fue uno de los mejores obreros del
Ingenio San Carlos, no solo recordado por su sonora voz, su porte y su fuerza,
sino por su sapiencia en conocer una a una las piezas de las pequeñas
locomotoras, colijo que no tuvo la notoriedad de los grandes maestros que
pasaron por la G&Q, la Empresa de Ferrocarriles cuando esta se hizo
estatal, pero en el ámbito particular y siendo San Carlos una empresa que
despunto en su actividad, en los anales de esa historia mi abuelo dejo bien
sentado su nombre, pero se dice que detrás de un buen hombre existe una buena
mujer, el refrán cae de película cuando trato de describir que mi abuela fue el
dúo dinámico de Eleodoro Clark, madre espectacular de 9 hijos, cuando hablaba
mi abuela había que tener un glosario claro y definido, sus refranes, sus
dichos y sus consejos trascendieron en sus años dejando siempre lecciones y
enseñanzas precisas que deben de ser aplicadas en el diario vivir. La
especialidad de mi abuela Ángela era la cocina, insuperable en ese campo, había
sido dueña de un restaurant y se le había encargado el local donde los
trabajadores del Ingenio se alimentaban, vivir por vivir es un desperdicio,
pero vivir para dignificar es un beneficio. La abuela a la que acompañaba en
sus tertulias acompañada de un buen sanduche de queso y de un buen café, solía
conversar bastante, era muy observadora y tenía una mente brillante a tal punto
que venía y repetía casi toda la predicación que había escuchado en su iglesia,
que mente tan extraordinaria… El haberme criado cerca de ella y haberle
conocido como cristiano es parte de un recuerdo muy significativo para mí,
descubrir , redescubrir mis raíces maternas y conocer el significado de
valentía, de ser personas de bien, de ser de una casta de trabajadores que venía
desde abajo para no pasar desapercibidos y conocer esa realidad es un legado de
la abuela, la abuela decía hay dos cosas a las que el hombre no puede hacer es
ser ladrón y ser maricon…de allí decía ella el hombre puede hacer de todo…Quien
preservo que la historia jamaiquina
tuviera su repetición en mí, fue ella porque considero que era la fanática
numero uno de La familia Clark y del componente pequeño que al principio fue,
Philip, Eleodoro y Ángela.
Mi abuela era una mujer casera casi muy pocas veces estaba en
otro lugar que no fuera su casa, por eso una de sus frases más celebres era:
“El cristiano debe de ser deseado y no sobrado, porque la mucha carrera trae
cansancio”, normativa que fue un factor conductivo en su vida, el pensamiento
implicaba es bueno ser amigo, pero el mejor lugar donde podrías estar es tu
casa, traducido que la mucha ñañería te
arroja a las miserias más extremas cuando hay malos entendidos.
Retomando el hilo conductor de la forma intrínseca de amor
devoto hacia su esposo, veía que ella miraba al horizonte y en uno de esos
momentos de nostalgia se ponía a llorar, hasta se le salía un pasillo, cantaba
y evocando a mi abuelo quien en lo humano era imperfecto, pero nunca por eso
dejo de ser un gran hombre, un gran padre y tampoco dejo de ser un hijo que en
silencio sabía quién era, pero al desarrollarse grito a voces que la
mediocridad no era para el…
La abuela Ángela fue la mujer a la que mi mama nos encargó,
siempre velo por hacer de 4 nietos los mejores, pero mi abuela era una mujer
Universal amaba a todos por igual, quizás a nosotros nos tuvo un poco más de
consideración porque decía que no teníamos padre (lo que a veces me hacía
reír años después). Ella dejo una
herencia como una buena cristiana practicante de esa Fe que trajo su suegro
Philip Clark, que practico su marido y que ella profeso hasta el último de sus
días, aún recuerdo los tiempos de ir a la edad de los 9 años a la iglesia de la 14, los canticos tan largos y
los Himnos tan solemnes que los hermanos cuadrangulares cantaban, las vigilias
bien tiradas…Llegados a casa mi abuela decía, lee tal pasaje, comencé la buena
lectura de manos de una buena profesora…Mi abuela se fue como la marea de un
silente mar, su forma física ya no está con nosotros, pero su amor, su ingenio,
su porte, su espíritu y su hidalguía viven aún con nosotros.