Las movilizaciones humanas casi siempre suceden por una
causa, casi nunca se producen por generación espontánea, pues esto no es como
las leyes de física, sino que forman parte de una ley suprema que es el de
supervivencia, pero el hombre a lo largo de su historia no se ha visto ajeno a
este accionar, han sido causas de grandes desplazamientos humanos, las guerras,
los desastres naturales, pero últimamente uno de los factores modernos ha sido
EL ECONÓMICO, una de las motivaciones más grandes que ha hecho que el humano
expulse a otros seres humanos, lo que parece increíble, lo cierto es que el
pueblo jamaiquino soporto sobre todo a fines de siglo 19 y comienzos del siglo
20 un deterioro en su economía, que hizo que muchos trabajadores que
constituían la masa laboral de la colonia inglesa de Jamaica salieron de forma “despavorida “si cabe
el término de su natal Isla para aventurarse a conseguir una forma de
subsistencia para ellos, la pretensión de estos trabajadores no solo era poder
ver por ellos, sino velar por la existencia de su familia, lo que bien valía el
sacrificio, la salida justificaba el esfuerzo, dejar a los seres queridos,
dejar sus costumbres, dejar su Patria es un peso enorme que el migrante en todos
los tiempos ha cargado, con la penalidad que quizás nunca más vuelva a ver su
Patria y anhelar morir en ella. El despertar es quizás el más cruel un día
rodeado de otra naturaleza, rodeado de otras personas, escuchando otro idioma…Así
el jamaiquino batallo no solo contra su propia naturaleza, sino con aquella que
se barajaba en el camino, la dura crisis económica obligo a saber que la tierra
que los había “parido” de hecho los estaba expulsando y esta forma de presión
no solo se acentuó hacia unos pocos, sino que se contaban por miles y
miles los que querían a fuerza de ley abandonar la Patria amada. Quizás suele
jugar bastante la imaginación, pero si nos trasladamos a esa época en que la
búsqueda de nuevas fronteras se hizo el pan de cada día, porque los océanos ya
no eran barreras, ni los mares se podían constituir en paredes con alambres. El saber que tan pobre era la pobreza
constituyo una carga pesada, pues si se pensaba morir en aquella tierra, la
misma probabilidad era arriesgándose al ir a otra tierra, morir aquí o morir
allá daba lo mismo.
JAMAICA sentía la presión de una economía maltratada que venía
arrastrándose desde años anteriores, la esclavitud no era ya un puntal y esa
tierra había dejado de ser productiva y había dejado el trono como la perla del
Caribe inglés, la angustiosa escasez de trabajo llevo a algunos a alzar sus
ojos y poner la mirada en el extranjero, en esos lugares la gente requería
trabajadores que los propios connacionales no querían por el peligro, por lo
fuerte y por la dureza de un trabajo que no era tan benigno para los seres
humanos.
Las hordas de trabajadores completando cupos y cupos,
llenando los barcos que partían a Latino américa se hicieron conocidos, que
verlos zarpar de los puertos jamaiquinos llenos de seres humanos deseosos de
tener un ingreso económico, una nueva oportunidad de vida, así la vida de JAMAICA continuo, pero sin sus hijos, la
falta de estos no se hizo notar, algunos en el extranjero cumplieron con su
cometido, guardaron sus ganancias y regresaron a su lugar de origen, no
obstante en la historia de muchos la tierra y sus parientes endechan el
recuerdo de los parientes, no hay de por medio una carta, tampoco hay noticias,
pero el silencio y el tiempo desvanecen el nombre de muchos, no hay placas, tampoco
bustos, ni banderas a media asta anunciando un duelo en memoria de los caídos,
muchos de ellos quedaron en el anonimato, diciendo lo mucho que hicieron, otros
escribieron sus nombres diciendo que aquí murieron los mejores hombres que
presencio América Latina en la construcción de sus obras civiles.
Jamaica llora, aquella señora ya no es la misma, cada lágrima
recuerda a uno de sus hijos, la memoria los evoca en la montaña y los deja como
testimonio vivo de que los hombres verdaderos son aquellos que esculpen sus
nombres no con palabras sino con acciones. Llora Jamaica, no aborta, está
pariendo y su sudor es extenuante, deja ver en cada quejido un dolor, donde el
corazón no se empaña con supuestos, extraña la noche alegre y la algarabía de
sus hijos haciendo música al vaivén de las olas, riendo y gozando, cada
estrella representa un alma que brilla en su cielo diciendo que están presentes
aun en su historia. JAMAICA sueña y lo hace despierta, toca una música profunda
pero lo hace de duelo, lamenta los caídos y a los que se han ido, no sabe que sucedió,
pero es así, JAMAICA SE ENCUENTRA SOLA siente su dolor y a medida que pasan las
horas este se ahonda.
JAMAICA no volvió a ser la misma nunca mas los hijos que perdió, fueron muchos, pero sirvieron para escribir una historia memorable y grande, en honor de una pequeña nación que demostró
grandeza de corazón.