jueves, 19 de enero de 2012

CRÓNICAS DE LAS FORMAS O MODO DE TRABAJO DE LOS JAMAIQUINOS.-


Adecuarse al ruido, a la fuerza intensa de las explosiones de dinamita fue algo que costo, todo un proceso de adaptabilidad, así lo narra Galo García. Nos describe  como los jamaiquinos subían y bajaban la montaña amarrados por largos cabos, con los que se sujetaban. Cientos por no decir miles murieron junto a las rocas, el cuadro, sin duda era doloroso. Ya que nadie los bajaba. Se argumentaba en el pensamiento ilógico, vago y barato que más le convenía a la Empresa pagar las dos libras esterlinas como indegnización a sus familias, que preocuparse en bajar el cadáver de un jamaiquino, que al final de cuentas, era un pobre, triste y desdichado negro, que en su propia tierra nadie ni su familia lo quería, sin duda un pensamiento así debe haber rondado la cabeza de aquellos que miraban aquella escena que llegó a ser parte de la rutina cotidiana.
Se supone que los jamaiquinos, algunos manejaban dinamita y por su experiencia arribaron al país, la manipulación de estos artefactos_ se colige_ no era una cosa ajena a ellos, pero dentro del grupo humano desplazado, a aquellas majestuosas montañas de nuestro país, no todos poseían esa pericia, así que la muerte siempre rondo esos campamentos amenazándose no solo con llevarse a los primogénitos, sino a todo incauto que se atrevió, por unas cuantas monedas de plata a jugar con “fuego”. Muchos de ellos fenecieron, aproximadamente la mitad, en el mismo sitio de suspensión, sin tener otra opción a salir, correr o poder esquivar la explosión segura, ante tal infortunio y calamidad, hasta el más diestro pierde, y la muerte en esas instancias era difícil de evitar, mucho más si se toma en cuenta, la falta de respeto al ser humano era evidente, porque muchas de esas acciones conducían a acciones fratricidas. Y lo grave de este punto es que muchas de esas muertes no fueron accidentales, sino creadas. Si estuviéramos en esta época hablaríamos de accidentes laborales y en otros casos de asesinatos cometidos en contra de estos ingleses negros.
Abría que ver si esas compensaciones monetarias de las cuales hablaba el contrato escrito con el cual llegaron amparados los jamaiquinos a estos lares, llegaron a sus destinatarios, porque los beneficiarios eran de la misma naturaleza que los difuntos y el respeto que se les debió a estos trabajadores en vida debió haber sido transmitido a sus deudos y con el tiempo y las distancias reinantes dudo que eso se haya concretado. Yo a título personal creo que no regresaron a la Isla en busca de familiares y dares sus condolencias. Se cuenta que el mismo Mc Donald, dueño de la compañía que trajo a los caribeños, horrorizado por esas vivencias de sangre, dolor y miseria, dejó aquella zona dolido en sus bolsillos y por la carnicería humana presenciada, fue tal su depresión que terminó suicidándose. El Contrato favorecía los intereses de todos menos de los jamaiquinos, de pronto se firmó porque el Gobierno jamaiquino o los ingleses de la Oficina Británica comenzó a exigirlo, por situaciones de muerte que ya se habían dado en otros países, como antecedentes funestos, y asegurarse que estos trabajadores puedan tener aparte de cualquier eventualidad, asegurado su boleto de regreso a su Jamaica.

Fratricida: Que mata a su hermano ( En este caso a su prójimo)

viernes, 13 de enero de 2012

LOS GONZALEZ KLADENSKY

Corría el año de 1979, Emelec era campeón ,yo tendría por esa época 10 ó 11 años a lo mucho. Mi vida había siempre girado através de la creencia de mi familia. Si no te dijera que salí católico, Mormón o Testigo de Jehová, te aseguro que no fue casualidad. Pues Dios y la vida me enrumbaron a ser Cristiano-Evangélico, puedo decir la fe de mis mayores, como decía Pablo aludiendo a Timoteo, que tambien reposo en Eunice y en Loida, en cambio en mí reposo en mi bisabuelo Philip Clark, Eleodoro Clark y en Ángela Clark.
No se a que edad con seguridad me llevo mamá a la Iglesia, deduzco que fue a una edad temprana, sino es  los días de haber nacido en la Maternidad Sotomayor de la HJ. de Beneficencia de Guayaquil, en esta hermosa ciudad.
La actividad en la iglesia nunca fue ajena a nuestra familia, si puedes decir religiosa, lo puedes hacer, pero en realidad nuestra fe, la fe de los Clark, y de aquellos cristianos se ha basado en la Biblia, la oración y creer en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo.con fallas, con tropiezos y levantadas, hemos perseverado en ella.
Pero mucho recuerdo y con cariño lo digo, nuestra Casa ( Casa de mis abuelos ) estaba al frente de la iglesia, así que lo que hacía mamá era mandarnos a cruzar la calle y Zass... ya estabamos en la Casa de Dios.Siempre agadeceré a mamá esa fuerza y esas ganas que nos dió para mandarnos con toda decisión a escuchar palabra del Señor. En la fecha que te estoy narrando podría mamá, Ángela Clark haber tenido unos 10 ó 11 años de separada de mi padre, con todo eso nos crió bien, fuímos a parar donde mi abuelo Eleodoro Clark y Ángela Bolaños de Clark, quienes nos recibieron de pronto con tres atados de ropa y mi mamá con un negro en brazos (yo) y tres negritos de a pie que estaban parados junto a ella (mis hermanos). Cuando al sonar la puerta  mi abuelo vió esa escena y extendió sus brazos y nos dejó pasar, nos quedamos en ese lugar hasta que nos criamos.
Esa circunstancia de vivir al otro lado de la calle para nosotros fue favorable, quizás como muchachos no lo hubieramos visto así, porque cuando dormíamos mi abuela ó mi mamá nos decían a levantarse, en ese entonces que pereza daba, pues la cama mucho llamaba y era para nosotros una obligación de poder ir a la Escuela Dominical, donde aprendimos muchas cosas hermosas de la Biblia que nos han servido para nuestra vida en la edad madura.
Con todos esos ingredientes muchas personas participaron en nuestra crianza y Dios les envió para bendecirnos. Casi habíamos conocido a todos los pastores que habían pasado por la Iglesia de "El Pacto de Dios " de la 9na y Febres Cordero, Juan Merchan, Marcelo Chávez, Etc.
Pero alguna vez en mis vacaciones estaba yo mirando por la ventana de la casa de mis abuelos, cuando observé a una pareja de dos jóvenes que estaban a un costado, no recuerdo con quien conversaban, pero alguien me dijo que eran los nuevos pastores, que alegría que sentí, por fin la Iglesia estrenaría pastores, después de un largo tiempo de inestabilidad esa era una buena noticia, ellos se llamaban Roberto González Molina y Georgina Kladensky Koppel de González, ellos eran quiteños, con pinta de extranjeros. Estabamos a las puertas de la etapa más crítica, la adolescencia y la juventud, estaban tocando nuestras puertas. Nuestros hermanos llegaron por mano de Dios, a tiempo, fueron y siguen siendo una gran bendición. Para complementar esa amistad, no llegaron solos, vinieron acompañados por dos grandes niños, la hermana Georgina (descendiente de Checos) les decía "Los ñinula, con ellos también hicimos una buena amistad, podrían haber frisado los 2 y 3 años ó menos.
Recuerdo que la iglesia del Pacto Evangélico del Ecuador, cuando no poseía un campamento, organizaba en cualquier parte del territorio nacional, campamentos, con distintos enfoques, familiar,juvenil,adolescentes, que llegó después, total los hermanos de la IPEE, convocaron a uno en Cuenca, en esos tiempos quizás al igual que ahora, se hacía talentos, un sistema de ahorro (Caja común de ahorros) y se planificaba, para realizar el viaje, el objetivo era viajar toda la familia. Yo aún muchacho albergaba  un deseo intenso de conocer la Sierra, siempre me habían hablado de los montes, los nevados, Etc. Que con esas narraciones quedaba estaciado y soñaba despierto ir a la Región Interandina. Estando casi quedados, Dios obró un  milagro y tocó la vida de los González y financiaron ellos pasajes, alojamiento y comida todos los gastos que demandaba el campamento familiar.
Esa fue solo la punta del Iceberg, con el tiempo conociamos que los González, más que palabras eran gente con hechos, predicaban lo que decían y tenían un amor genuino por los hermanos, creo hasta la fecha haberme encontrado con alguien de ese lote y de esas especificaciones y de esa talla. No solo fueron nuestros pastores, mas que eso fueron nuestros amigos, en la reserva de los recuerdos que es el baúl que utilizamos para oxigenar nuestras vidas están algunos que cuelgan de esas paredes, donde aparecen retratados la familia González. Un buen tiempo compartímos con ellos. Apreciaban mucho mi talento de dibujar, que no llegó a más, porque siempre creí y lo creo que una actividad cultural y artística en este país, es algo que no te da de comer, por eso no desarrollé mayormente eso, pero cuando lo pongo en practica, las cosas que hago quedan bien( No es orgullo )
Recuerdo mucho, que algun día me enfermé de tos ó algo más grave y el Hno.Roberto con la Hna.Georgina planificaron un viaje para ir a la playa, fuímos a General Villamil, mas conocido como playas, con uno de sus tíos, ese día acudimos a la Iglesia Alianza de Quito y 1ero de Mayo  recogimos al pariente del Hno. Pastor, nos fuímos temprano, me bañé, tomé un poco de aire yodado y me recubrí  con un poco arena. De aquel viaje no me puedo olvidar y hoy se lo cuento a mi esposa y a  mis dos hijos como una experiencia grata de parte de estos 2 siervos de Dios.
Recuerdo muy bien a mi Pastor llegar 30 minutos antes, leer en su camioneta (1ero la Toyota y después la Datsun). Abrir la iglesia, conversar con sus ovejas, realizar discipulado, la hermano Georgina ayudo mucho en la parte musical, en la Consejería y en la Clase de Adolescentes y Jóvenes, toda una bendición.
Dentro de toda esa estructura de cosas lindas que se me vienen a la mente, recuerdo cuando la Hna. Georgina nos llevaba a comer dulces a Urdesa, junto a Juan José y Robertito.
Si pudiera enumerar las cosas que recibí, te diría que fueron muchas, pero igual de grandes y de trascendencia fueron las espirituales.
Su modestia era una cosa digna de asombrar, en algunos pasajes he visto que muchos incluido yo nos ufanamos de X títulos, ellos tenian bastante y en su sencillez jamás dijeron yo soy esto, yo soy aquello, que sabiduría extrema y que gran ejemplo del cual debemos de aprender, no dice su Palabra : "Humillaos bajo la poderosa mano de Dios y el os exaltará cuando fuere tiempo".
Cuando llegaron demostré que podía cuidar niños, mis dos amigos Juan José y Robertito eran dos niños singulares que en todo, se hacían valer, los valorizaba por dos. No fue fácil cuidarlos, porque todo el tiempo los tenía haciendo algo, veíamos Tv. Los magníficos, Jugabamos "pelota", dibujabamos y antes ó después del culto al jugar indor, con los Santana, aquellos partidos eran un clásico, toda una final.Quizás ese fue el tiempo de preparación para estudiar para profesor primario.
Aun el modelo de 2 niños es un legado de los González, porque siempre me dije, que el día que llegue a tener hijos tendré dos y pienso que es una buena medida, pues en la vida tienes que tener los hijos que puedas mantener.
Estuvimos cerca de 6 años junto a  ellos, pasamos tiempos hermosos, maravillosos, tiernos, llenos de ejemplos. Un día estando en un culto de oración, anunciaron que se iban, lloramos sobretodo yo y mis hermanos, no se si los hermanos de la Iglesia, la noticia fue dura, pero sabes que, al partir nos dimos cuenta que nos habíamos encariñado con ellos y llegamos a amarlos, por todas aquellas cosas que hicieron por nosotros en el campo material y epiritual, aún sin merecerlo. Siendo instrumentos de Dios dejaron impregnada su huella y estilo entre nosotros. Con estas palabras saludo a mis amigos Roberto y Georgina González, quizás no es tarde para dedicarles estas palabras, pue lo que tenía en la pluma era una deuda pendiente, que no se puede pagar así tan fácilmente.Y creo que la posteridad igual no la va a pagar.
Determino para todos ustedes toda clase de bendiciones, que el Dios del cielo, sea concediendo todos los deseos de vuestro corazón y cumpla con aquello que ha prometido a sus siervos.
Dios los Bendiga, extienda su mano poderosa sobre ustedes y haga resplandecer su rostro sobre sus siervos, ahora y siempre, es mi oración. Sean doblemente bendecidos.

" Alabaré al Señor pase lo que pase. Constantemente hablaré de sus glorias y de su gracia. Me gloriaré de todas sus bondades para conmigo. Anímense todos los desalentados. Proclamemos juntos la grandeza del Señor y ensalcemos su nombre". Salmos 34:1-3

Atte:

Eleodoro Portocarrero Clark
 Benilda, Dara y Phil _ Los Portocarrero Franco_


                                  Los González Kladensky en sus primeros años en los EE-UU                                               

miércoles, 11 de enero de 2012

MI HERENCIA JAMAIQUINA

                                                         PHILIP CLARK
                                                             ( Mi Bisabuelo )
                                       Nació en el puerto de Jamaica Kingston en 1883. Llegó al
                                           Ecuador en 1900 a la edad de 17 años. Terminados los dos             
                                           Años de intervención de la compañía que lo trajo a él y a
                                          3.999 de sus compatriotas.

MI HERENCIA JAMAIQUINA.- Crecí con esa curiosidad de saber quién era? Quién soy y Qué seré? Ocuparme de saber mi pasado siempre fue parte de mi pasión. Quizás debió ser para saberme importante, de sentirme diferente del resto. Lo cierto es, que cual arqueólogo comencé a indagar y a conocer el tema. No te puedo decir que soy un perito en el mismo, pero si soy alguien que se preocupo por desenterrar la raíz, tenerla en mis manos  y contemplarla.  En las tertulias de la noche, las muchas conversaciones llenaban el espacio de aquellas horas. Tiempo en el cual a pesar de no ser ricos y no tener bienes en abundancia, nos sentíamos los hombres (en nuestro caso) y mujeres afortunados, pues poseíamos una herencia espiritual y terrena envidiable. Si te digo que no se conjugaba la palabra ORGULLO, no estaría siendo justo con este relato, pues de lleno te digo que esa fue la fuerza motora que teníamos en nuestra lancha, para poder movernos en esta vida, pues aparte de Dios, el saberme parte de los jamaiquinos fue una motivación que equivalía a tener un millón de vitaminas inagotables corriendo por mis venas. Durante todo el trayecto de mi vida con mucha furia muchos inicuos me dijeron negro, y no lo reniego, si volviera a nacer en una hipótesis no realizable ese sería mi color preferido para volver. Aquí en el Ecuador del siglo 20 y 21, se crió con un complejo de blanquitis que en realidad tenía celulitis en el corazón, pues al que no tenía un aspecto blanquesino y fantasmagórico era excluido de su club. Así como un niño negro a medida que crecí fui buscando por todo el cauce de mi vida, hasta poder encontrar la génesis de los Clark, apellido que en mi infancia significa mamá, abuelo, abuela, hermanos, tíos y tías. De pronto tuve una y otra vez declararme diferente del común ecuatoriano, para buscar los talentos a mí asignados. En mucho teniendo conciencia de ese designio de la vida por encargo de mi antepasado no creo haberla regado y si algo sucede mientras estemos en este cuerpo mortal es tiempo de poder arreglar aquellas cuentas sin saldar.
Philip era un tipo alto, según lo que contaba mi abuela Ángela Bolaños Cortez de Clark, su nuera, quien lo consideraba, lo llamaba don Philip ó don Felipe. Por sus palabras lo apreciaba mucho. En cuanto a su contextura física no era gordo, era alguien parejo. De frente amplia, velludo, con unas manos grandes y hablar en español entrecortado. También agregamos le gustaba leer bastante la Biblia ( Una que le perteneció la encontré entre las cosas de su hijo Eleodoro Clark ). Como buen protestante estoy seguro que amo a Dios entrañablemente hasta que partió a los 62 años a su presencia.
Mi bisabuelo nunca se imagino que se quedaría en este país  (Ecuador) que por los años de 1889 nunca había oído. La cosa se le puso cuesta arriba a la economía jamaiquina, así que afines del s. 19 y comienzos del 20, muchos caribeños salieron de su isla en grandes cantidades, con la esperanza de volver. Quizás reunidos todos los ex trabajadores de The Guayaquil and Quito Railway, cantaban evocando el tiempo  de su niñez, adolescencia y juventud en Jamaica. Unos lloraban de rabia y otros de impotencia, recordando los atropellos que sufrieron en esta tierra extraña, no obstante su real consuelo fue Dios, así ellos llegaron amar tanto a la Patria y a sus mujeres que dejaron su semilla como un aporte a esta sociedad ecuatoriana con la consigna de que sus descendientes siempre dejen en alto su nombre y establezcan hitos que serán recordados no solo en esta generación, sino en las venideras. El jamaiquino es esa clase de hombre valiente, fogueado con el destino y con la Providencia, para hacer que su fuerza sea tan solo una sierva puesta al servicio de su inteligencia.
Escribir páginas épicas en aquellas partes pequeñas donde se los menciona, fue su derrotero de servicio y de trabajo dado a sus contratistas. Nunca dijeron no a los retos, allí no está la Nariz del diablo picada por su martillo, sus nombres no lo recuerdan los durmientes, su vigor no quedo en la montaña. Así los anglocaribeños dejaron sentado en los anales de la historia, que esta se escribe con hombres y no con nombres, pues al salir al frente de batalla, no se quedaron en casa, sino que empuñaron su alma y corazón y dijeron aquí estamos presentes, injértennos en su historia, porque hoy nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos conocerán lo que hicimos y de lo que fuimos capaces. Hoy rindo un tributo de honor a mi bisabuelo, me lleno de nostalgia, porque aunque con el tiempo estamos separados, no obstante con la línea heredada de él, hay algo más que se tiene y que se debe hacer. Y Termino con la promesa bíblica:
Los Hijos de tus siervos habitarán seguros y su descendencia será establecida delante de ti ( Dios ) Promesa dada a los Clark, que la comparto con todos los descendientes de jamaiquinos que lean esto.