PHILIP CLARK
( Mi Bisabuelo )
Nació en el puerto de Jamaica Kingston en 1883. Llegó al
Ecuador en 1900 a la edad de 17 años. Terminados los dos
Años de intervención de la compañía que lo trajo a él y a
3.999 de sus compatriotas.
MI HERENCIA JAMAIQUINA.- Crecí con esa curiosidad de saber quién era? Quién soy y Qué seré? Ocuparme de saber mi pasado siempre fue parte de mi pasión. Quizás debió ser para saberme importante, de sentirme diferente del resto. Lo cierto es, que cual arqueólogo comencé a indagar y a conocer el tema. No te puedo decir que soy un perito en el mismo, pero si soy alguien que se preocupo por desenterrar la raíz, tenerla en mis manos y contemplarla. En las tertulias de la noche, las muchas conversaciones llenaban el espacio de aquellas horas. Tiempo en el cual a pesar de no ser ricos y no tener bienes en abundancia, nos sentíamos los hombres (en nuestro caso) y mujeres afortunados, pues poseíamos una herencia espiritual y terrena envidiable. Si te digo que no se conjugaba la palabra ORGULLO, no estaría siendo justo con este relato, pues de lleno te digo que esa fue la fuerza motora que teníamos en nuestra lancha, para poder movernos en esta vida, pues aparte de Dios, el saberme parte de los jamaiquinos fue una motivación que equivalía a tener un millón de vitaminas inagotables corriendo por mis venas. Durante todo el trayecto de mi vida con mucha furia muchos inicuos me dijeron negro, y no lo reniego, si volviera a nacer en una hipótesis no realizable ese sería mi color preferido para volver. Aquí en el Ecuador del siglo 20 y 21, se crió con un complejo de blanquitis que en realidad tenía celulitis en el corazón, pues al que no tenía un aspecto blanquesino y fantasmagórico era excluido de su club. Así como un niño negro a medida que crecí fui buscando por todo el cauce de mi vida, hasta poder encontrar la génesis de los Clark, apellido que en mi infancia significa mamá, abuelo, abuela, hermanos, tíos y tías. De pronto tuve una y otra vez declararme diferente del común ecuatoriano, para buscar los talentos a mí asignados. En mucho teniendo conciencia de ese designio de la vida por encargo de mi antepasado no creo haberla regado y si algo sucede mientras estemos en este cuerpo mortal es tiempo de poder arreglar aquellas cuentas sin saldar.
Philip era un tipo alto, según lo que contaba mi abuela Ángela Bolaños Cortez de Clark, su nuera, quien lo consideraba, lo llamaba don Philip ó don Felipe. Por sus palabras lo apreciaba mucho. En cuanto a su contextura física no era gordo, era alguien parejo. De frente amplia, velludo, con unas manos grandes y hablar en español entrecortado. También agregamos le gustaba leer bastante la Biblia ( Una que le perteneció la encontré entre las cosas de su hijo Eleodoro Clark ). Como buen protestante estoy seguro que amo a Dios entrañablemente hasta que partió a los 62 años a su presencia.
Mi bisabuelo nunca se imagino que se quedaría en este país (Ecuador) que por los años de 1889 nunca había oído. La cosa se le puso cuesta arriba a la economía jamaiquina, así que afines del s. 19 y comienzos del 20, muchos caribeños salieron de su isla en grandes cantidades, con la esperanza de volver. Quizás reunidos todos los ex trabajadores de The Guayaquil and Quito Railway, cantaban evocando el tiempo de su niñez, adolescencia y juventud en Jamaica. Unos lloraban de rabia y otros de impotencia, recordando los atropellos que sufrieron en esta tierra extraña, no obstante su real consuelo fue Dios, así ellos llegaron amar tanto a la Patria y a sus mujeres que dejaron su semilla como un aporte a esta sociedad ecuatoriana con la consigna de que sus descendientes siempre dejen en alto su nombre y establezcan hitos que serán recordados no solo en esta generación, sino en las venideras. El jamaiquino es esa clase de hombre valiente, fogueado con el destino y con la Providencia, para hacer que su fuerza sea tan solo una sierva puesta al servicio de su inteligencia.
Escribir páginas épicas en aquellas partes pequeñas donde se los menciona, fue su derrotero de servicio y de trabajo dado a sus contratistas. Nunca dijeron no a los retos, allí no está la Nariz del diablo picada por su martillo, sus nombres no lo recuerdan los durmientes, su vigor no quedo en la montaña. Así los anglocaribeños dejaron sentado en los anales de la historia, que esta se escribe con hombres y no con nombres, pues al salir al frente de batalla, no se quedaron en casa, sino que empuñaron su alma y corazón y dijeron aquí estamos presentes, injértennos en su historia, porque hoy nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos conocerán lo que hicimos y de lo que fuimos capaces. Hoy rindo un tributo de honor a mi bisabuelo, me lleno de nostalgia, porque aunque con el tiempo estamos separados, no obstante con la línea heredada de él, hay algo más que se tiene y que se debe hacer. Y Termino con la promesa bíblica:
Los Hijos de tus siervos habitarán seguros y su descendencia será establecida delante de ti ( Dios ) Promesa dada a los Clark, que la comparto con todos los descendientes de jamaiquinos que lean esto.
jamaica en el ecuador se distingue de la obra que estoy escribiendo, porque es mas personal, llena de recuerdos y de cosas muy mías y personales.
ResponderEliminarY etoy seguro que muchas de estas historias van a servirle a alguien para saber que no es cualquier cosa, aparte de ser un hijo de Dios es un regaee boys. Ab. Eleodoro Portocarrero Clark IV.
ResponderEliminar