Terminada la
primaria, como todo estudiante quise ir al VR. Todos los niños de mi época iban
a ir al “glorioso” y centenario colegio de Guayaquil, sin embargo, no tuve
padrinos para ir a tan “famoso colegio”, me había ido de vacaciones a Santo
Domingo y descuidados del tema, estando sentados en un carro de la Cooperativa
Zaracay, de regreso a Guayaquil, compramos el diario “El Universo” y leímos las
zonificaciones que hacían en ese tiempo, designando los colegios donde los de
6to año podían ir a pedir matricula, sin mayores trabas, cuando mi mamá leyó el
nombre del colegio, “LEONIDAS GARCÍA”
se alegró y me dijo que ese colegio formaba profesores y era muy bueno, solo
esa referencia basto, para enfilarnos a las instalaciones de ese plantel y
pedir la matrícula, atrás quedaría la ilusión del Viche. Aunque la fama de la
institución secundaria a la que yo quería ir era solo parte de la propaganda.
Porque el LEONIDAS lugar donde fui a
parar, había sido un colegio sumamente bueno y mucho mas grande que las expectativas que habíamos tenido. Te
diré que no fue amor a primera vista, porque cuando llegué en 1983 la entrada
era sumamente fea, el lodo era un lodo sumamente pastoso y que se pegaba. El
primer día fuimos en un carro de alquiler, la camioneta nos llevo hasta la
puerta del colegio, para llegar a la carretera o vía principal que es la Daule,
había y hay como mínimo 4 o más cuadras, lo que hacía dificultoso el acceso,
por lo tanto la mayoría de los estudiantes tenían expresos que eran los más
madrugadores de la ciudad, porque el Normal está ubicado en el Km 10 de la vía
a Daule.
Recuerdo bien
que para poder despertarme lo hacía 5 ó 5:30, mi tío Julio, entonces soltero,
que también madrugaba para ir a su trabajo en el Consejo Provincial, se
encargaba de despertarme, cuando no estaba en horas fijas, tenía que hacer una larga
peregrinación y tomar la Pascualeña CTP, único carro que conocíamos pasaba al
pie del Fuerte Huancavilca, que era el sitio de parada obligatoria.
Dentro de los
profesores tuvimos siempre los mejores, a tal punto que su plana era parte en
un tiempo de la Universidad Laica, mucha gente preparada, doctores y
licenciados en Ciencias de la Educación con los conocimientos actualizados, de
ellos recuerdos a Dres. Arturo Campos y Delia Guerrero, Lcdo. Abel Limones, Dr.
Pluas, Domínguez, Msc. Dr. Víctor H. Sánchez, Lcdo. Araujo, Lcdo. Vargas, Lcdo. George
Pazmiño, Lcdo. González, Msc. José Torres, Lcda. Julia Erazo, Lcdo. Logroño,
Dr. Bolívar Bermeo S., Etc. Tantos buenos maestros que con su luz y sapiencia,
supieron entregar su contingente para darle lustro a una novel institución que
ha formado grandes maestros y con ello ha aportado a la Patria.
Cuando llegué
de hecho hice un muestreo del lugar, una cancha amplia de tierra, donde el LG,
protagonizaría algunos partidos para el recuerdo. Alrededor árboles grandes que
servían de sombra para poder refrescarse del calor. Su hermosa biblioteca, sus
amplias aulas y laboratorios son muestras de una institución que nació para ser
grande. Mucho recuerdo los alumnos bien disciplinados, en ese tiempo nos
topamos con el Lcdo. Carlos Rubio Guzmán, en ese tiempo Inspector, después
abogado y Juez Penal de esta Provincia, con el cual coincidimos en la Corte, en
el libre ejercicio del derecho. El pelo corto, la peinilla, el pañuelo y la
billetera era una norma de estilo, para el LEONIDENSE de esa época, yo cursaba
el primer año.
El LEONIDENSE,
era maestro de eso que en nuestro argot llamábamos MIOTAR, practica muy
difundida en esos años, recuerdo haberme ahorrado mis compañeros y yo un pasaje
de la pascualeña, pues muchos nos dejaron en el puente 5 de Junio, en donde por
lo general, caminaba a la 9na y Febres Cordero, que era la casa de mis abuelos,
lugar donde vivía con mi mamá y mis hermanos. En época de Juntas, reuniones
extraordinarias o alguna que otra situación imprevista, el lugar preferido
nuestro era visitar el Alban Borja, por esa época uno de los dos o tres centros
comerciales existentes en la ciudad de Guayaquil.
Cuando
llegamos a cuarto año de Educación, las chicas llamaban la atención a más no
poder, por la edad, por las hormonas y por el antecedente, pues veníamos de la
parte del colegio, donde era solo
varones, a estar en la parte mixta del mismo. Toda una experiencia.
Otra de las
cosas que vienen a mi mente eran los exámenes que EL LCDO. JOSÉ GONZÁLEZ, nos
hacía realizar en la materia de Educación Física, mandando en competencia por
cuadrillas a los alumnos, dando una vuelta por los exteriores del colegio,
saliendo por la vía de acceso principal, hasta llegar a la vía a Daule,
subiendo hasta el Km 11, entrando por una pequeña delegación de la CTG, hoy
llamada CTE., y luego regresando al LEONIDAS
GARCÍA, recibíamos puntuación de acuerdo al orden de llegada, no puedo
olvidarme de esos momentos donde uno hacía los esfuerzos necesarios, para
llegar a la meta, los días sábados eran para mí de preparación, porque salía
por lo general a correr, de donde vivía en el sur oeste, salía al puente de la
17ava y avanzaba a Bellavista, lugar, donde me entrenaba, casi nunca llegue al
último y la competencia era mi suma para pasar.
EL LEONIDAS
no era un colegio más, tenía la distinción de
NORMAL DE LA REPÚBLICA, en sus aulas se formaban los profesores del mañana,
para obtener tal distinción había que estudiar los 3 años de bachillerato, especialización
Ciencias de la Educación, más 2 años de especialización, aun recuerdo a la Dra.
Loor mandándonos a las práctica docente, por ese tiempo hice las mismas en la EDUARDO FLORES TORRES, luego el recinto
RÍO PERDIDO, en el CANTÓN NOBOL, nos abriría las puertas
para demostrar lo aprendido, tres meses llenos de aventuras, de ricas
experiencias y de anécdotas fue nuestro paso por ese lugar, LOS ALUMNOS – MAESTROS, como así nos
designaban, en ese lugar conocimos los avatares y las penurias del maestro cuando
va a la zona rural. Cuando regresamos, ya estábamos acostumbrados, a Río
Perdido, pero fuimos 5 personas, todos alguna vez como compañeros nos habíamos
saludado por habernos cruzado en los pasillos, patios del colegio, pero aparte
de eso no conocíamos mayor referencia de cada uno de los que en ese tiempo por
cosas de la vida, dicen unos, del destino otros y yo digo de Dios, llegamos a
compartir una casa de caña ubicada en la parte de atrás de la Escuela “INDEPENDENCIA DEL ECUADOR” , la forma
en que cada uno organizaba su labor para dar clases, de cómo nos preparábamos,
del tiempo que compartimos aprendiendo, descubrimos en esos momentos la
solidaridad y la responsabilidad al estar lejos de nuestras familias.
Del LG,
salieron muchos líderes que hicieron historia en las aulas, recuerdo muy bien a
Luis Chancay, Luis Castillo, Vásquez, Alonso López, Jorge Escala, entre los más
conocidos, muchas de las conquistas como tener un acceso digno a nuestro
colegio fue la lucha de ellos y muchas otras cosas más.
Recuerdo el
clásico “Hoy no hay clase, es día de combate”, y ese día en realidad lo era,
pues paralizaba todo el colegio y cuando eso se escuchaba por los corredores,
de seguro no había clase, si el mismo no era de izquierda, era un ente que
seguía muy de cerca lo que hoy llamamos “JUSTICIA
SOCIAL”, quizás no en la parte administrativa, pero si en la estudiantil.
Cuando tocaba
el recreo, todo el mundo buscaba la entrada para buscar los pasteleros y el
jugo para acompañarlo, con una salsa media picante, al menos en mi tiempo era
una parte distintiva de mi generación.
Pero en el LEONIDAS
siempre hubo ese poder de recuperación, pues cuando teníamos clase, las
teníamos y créeme, sin ser orgulloso de ese tiempo deberíamos haber estado
dentro del ranking de los colegios de Guayaquil, como uno de los mejores, que
cuando prendía los motores realizaba una combustión de enseñanza y de educación
difíciles de parar.
Por último
recuerdo haber estado en el 7mo año, tenía que hacer una reconstrucción de una
clase, y por esas cosas de la vida fui al LEONIDAS
GARCÍA, estando para salir, me encuentro que justo en la conjunción de la vía de salida y la vía a Daule, estaba
la Policía tirando bombas lacrimógenas y avanzando en contra de los estudiantes
que estaban allí, en vista de eso, yo también puse mis pies en polvorosa y
toque marcha de retirada, yo por tratar de mejor hacer y tomar un atajo, por
uno de las fábricas adyacentes a la zona, seguro de haber transitado por ese
sector y conocedor de esa ruta por 7 años, como experiencia, vi una de las
zanjas, con un poco de montes, que asemejaba que tierra había sido puesta allí
y rellenada, lo que a simple vista parecía tierra estable, cuando al poner la
primera pierna para intentar cruzar, la otra la siguió, el resultado, quede
casi hasta la mitad del cuerpo, lleno de lodo y grasa, en vista de que yo iba
al LEONIDAS, con la vergüenza más
extrema fui a las dependencias del Normal, los que me veían se burlaban, las
chicas se compadecían de mi, y los profesores que observaron dicha escena, se
asombraron, recuerdo al Lcdo. Ricardo Araujo Pine, haberme preguntado ¿qué me
había pasado? Creo haber salido en el carro de la Lcda Ofelia, ella me llevó
hasta el 5 de junio, en donde entre vergüenza y coraje, camine hasta mi casa
ese día.
Paradójicamente
las dos veces que nos graduamos en el 6to y en el 8vo año del NORMAL LEONIDAS GARCÍA, lo hicimos en
el salón de actos del Vicente Rocafuerte.
LEONIDAS VIVE
…..C
Siempre recordaré los años
felices que pase junto a ti,
de los días de risa y del serio vivir.
De las lecciones del mañana
que me sirvieron en el ahora,
Cuando pienso en el tiempo que se fue,
me veo nuevamente en tus pasillos recorriéndote
y sé que en la distancia así lo haré,
Leonidas García vive desde siempre,
Tu nombre se impregno en el canto de la aurora,
Tus pupilos te cantan en las aulas
Y tus dichos y enseñanzas proclaman victoria.
Tu nombre se metió en la historia del Ecuador
Y también en mi corazón.
Muy buena remembranza, fui compañero de aula de Jorge Escala y Alonso López y además compartimos la rural en Lomas De Sargentillo. Al pasar por la vía a Daule se me vienen recuerdos sobre como entraba caminando todo el trayecto.
ResponderEliminarExelente remembranzas de epoépo doradas de estudios en nuestro magestuoso normal superior Leónidas García
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