lunes, 31 de diciembre de 2012

EXHORTO A LOS DESCENDIENTES DE JAMAIQUINOS: A DIFUNDIR SU HISTORIA.-


No me quita el sueño, en realidad el que alguien me vaya  oír hablar, o que alguna persona pueda pretender que mantengo un interés en esta anunciación de esta parte de la Historia del Ecuador y que paradójicamente nos pertenece, ella que ha sido olvidada. A los 43 años que tengo esas minucias, ya no me afectan, es decir la vanidad de aquel muchacho de años atrás ya no me acompañan, estoy comprometido a DIFUNDIR ESTA historia por amor al arte, por amor a la familia Clark, por amor a la historia de los jamaiquinos; aun pese a cualquier cosa y a cualquier costo personal que pueda desprenderse de mi bolsillo; PERO SIN EMBARGO UNA ACTITUD DE DEJAR AL AZAR LA MISMA POR PARTE DE LOS DESCENDIENTES DE LOS JAMAIQUINOS AFINCADOS AQUÍ en Guayaquil y en el Ecuador en general, ME CAUSA PENA. Eso puede suceder de pronto en aquellos que no tienen la sangre de esos bizarros hijos de la tierra de JAMAICA que nos precedieron, pero no en aquellos que como tú y yo tenemos un ADN que nos identifica con esa parte negra del Caribe, que lleva correlación con nuestra vida. Si no nos concientizamos  como parte integrante de esa Historia creo que difícilmente, nuestros hijos lo harán, es justamente ese dejar pasar el tiempo y el poco apego a poder trasladar esa historia oralmente que nos ha hecho olvidar la hidalguía, el porte y la gran humanidad de la que venían precedidos nuestros ancestros.
Si queremos armar el rompecabezas  que tenemos de todo aquello vívido por nuestros abuelos, bisabuelos debemos con paciencia, saber que cada día que Dios nos da, debemos de fomentar que en cada casa sea un ceremonial el hecho de que se pueda hablar de las hazañas que cada uno de los mayores que fundaron nuestras casas respectivas hicieron. Por eso siento dolor, saber que haya o exista una tremenda dejadez de parte de los descendientes de jamaiquinos, porque nos demuestra a las claras quizás el poco o nulo interés de que se tiene en esta MAGNA HISTORIA, el olvidarse de ella implica una renunciación al origen en común que cada uno de nosotros, olvidarnos del ayer, hace que nuestro presente sea un poco tambaleante y nuestro futuro no tan claro, pues la renuncia a conocer el pasado del que venimos precedidos y de aquello que nos sentimos orgullosos es y debe de ser un craso error, trazar las líneas perpendiculares que nos unen a esas vidas que dejaron en alto su país.
En nuestro deber como DESCENDIENTE DE ESOS TRABAJADORES JAMAIQUINOS que agobiados por la situación de su Patria   se ausentaron varios años, otros no volvieron y algunos nunca regresaron porque se enraizaron como árboles de roble fuertes y añosos en territorio nacional, contar y recontar esa historia, tu historia, es tu deber y no el de otros. Te puede servir una foto que conserves, algún objeto, te puede servir alguna anécdota, algún rasgo físico prominente que vincule tu presente con tu pasado, cualquier cosa puede servir para comenzar a tejer una historia que debe de constituirse en tu blasón, en tu escudo, porque no mirar en una retrospectiva asombrosa lo que hicieron esos negros británicos (jamaiquinos) a favor de esta nación,  algunos que escribieron sobre ellos les parece poco menos que nada, pero nosotros que pertenecemos a cada una de las semillas que dejaron, debemos más bien de pregonar la dimensión, el alto el ancho y la profundidad de su hazaña que la roca virgen contemplo.
Al olvidar lo que nuestros abuelos, bisabuelos hicieron menospreciamos su valía, su gran capacidad y negamos esa sangre que corre por nuestras venas. Cada reunión familiar puede ser un buen pretexto para que las generaciones jóvenes conozcan de sus mayores aquel relato que los une a la Isla más importante del Caribe inglés, una tertulia a la luz tenue de una vela, una mesita en el jardín,  unos bocadillos en el comedor, un café pasado, pueden ser testigos de aquello que comencemos hacer, para guardarla, aquilatarla y lo principal conservarla y si fuere más optimista a DIFUNDIRLA, hay mucho trecho por recorrer.
El carácter revelador de nuestros ancestros isleños nos pinta a personas aunque de origen humilde, sabían lo que querían, era gente honrada comprometida con la causa para la cual llegaron (TRABAJAR EN EL FERROCARRIL ECUATORIANO), siempre diré no vinieron para la foto, sino para hacer un pedestal, para que otros se tomen la foto. Valientes como el que más, pero amalgamados a una CAUSA SOCIAL y  a una  JUSTICIA SOCIAL  única que ya la habían adquirido en su país, pues la INJUSTICIA esa palabra aberrante que varios años los visito fue tratada con una medicina que salía de sus corazones y que los acompaño durante el resto de sus días, y sabes cómo se llamaba esa, tenía el nombre de VALOR, gallardía, coraje, que hizo que sus pies se pusieran firmes en la tierra, nunca pretendieron dar marcha atrás a aquello para lo cual habían sido contratados, sino que les pusieron los muertos a los constructores del Ferrocarril, para que supieran que los hombres no corren, enfrentan el peligro y mueren en el frente de batalla, para ser recordados como lo que eran HOMBRES. Y esa entrañable mezcla de voluntades tenía un común denominador BUENOS, diría MUY BUENOS TRABAJADORES, al diablo en realidad con aquellos que pretenden manchar el nombre y la memoria de los 4.000 trabajadores jamaiquinos que puestos en un barco de vapor llegaron a Guayaquil en el año de 1900, las situaciones que les tocaron vivir son parte de los avatares que afrontaron, no obstante nadie puede dudar el papel importantísimo que jugaron al poder hacer que la línea férrea pueda subir la montaña, esa hazaña que forma parte de los anales de la historia del Ecuador se la cuenta incompleta, porque los verdaderos actores de esta obra pasan a ser considerados dentro del reparto del libreto, que gran mayoría de historiadores les quiere asignar, como roles secundarios, casi de menor importancia e imperceptibles para el conglomerado de ecuatorianos que ven una parte de la cara de la luna, sin conocer la otra parte.
Esta historia me habla y me dice que esos negros forman parte del colectivo que apoyo al Ecuador del siglo 19 a embarcarse en el siglo 20, que no solo con sus lampas, machetes, picos y dinamita en mano aportaron al engrandecimiento de la Patria que hoy llamamos como nuestra, mientras otros se levantaron con ideas y con sus plumas y fueron renombrados, los jamaiquinos contribuyeron con su fuerza descomunal para hacer con la ayuda de Dios, lo que muchas personas habían pensado como imposible, porque para todo aquel que CREE, nada es IMPOSIBLE.
Los jamaiquinos trabajadores humildes del Ferrocarril de Eloy Alfaro, ponen su nombre en relieve, nunca dijeron No, ni jamás pronunciaron un NO SE PUDE, más bien dijeron : “ ADELANTE”, dónde está esa montaña, porque la queremos “PICAR”, y eso aconteció, el ver la sobriedad y majestad de “Los ANDES”, no les privo del sueño, ni les robo la quietud, lo único que esbozaron es ¿CUÁNDO COMENZAMOS? La Titánica labor desplegada fue descomunal, me imagino el frío recorriendo sus rostros y espalda, sintiendo el calor cuando el sol pegaba con fuerza en la montaña, el lodo metiéndose en sus pies, a veces extenuados bajo el azote de la lluvia, las jornadas prolongadas de cumplir con el cronograma para entregar las obras a ellos encomendadas. El desaire, la desazón y el maltrato que les inflingierón capataces y administradores que veían en los jamaiquinos solo meras fichas para mover en el tablero a gusto y conveniencia de ellos. Después de la jornada prolongada y cansada, ya cuando solo se oía el murmullo de los animales y de algunos insectos en las afueras de sus campamentos, la rebeldía se sentía cocinar y cuajaba en cada uno de los corazones de esos trabajadores, se comentaban algo en su patois, endechaban a su JAMAICA lejana y sus viejos, veían al cielo y no encontraban las estrellas bellas de su JAMAICA; pero guardaban en lo recóndito de su ser irse del Ecuador inhospito y tenían la esperanza de retornar a casa a visitar nuevamente a la abuela que había quedado en casa, a los padres que esperaban el pronto retorno de esa gente esforzada y valiente, los ahorros tenían que resarcir el tiempo de la separación, el tiempo de la espera, sin embargo no fue así.  El nexo umbilical que dejamos atrás, que ellos dejaron atrás, todavía nos une con sus playas, todavía nos une con sus palmeras, todavía nos une con sus costumbres, con su fe. Algunos sospecharían que algo paso, porque George, John, Daniel, Joseph ó Cris no regresaron, porque algo en ese país al que ellos no escucharon nunca y del cual nunca más volverían a escuchar, se trago a su gente y la sembró en su tierra para fecundarla y hacer de ella un sitio productivo.
Esta historia me transporta a una alta cumbre donde diviso gente negra con ropa gris, camisas mangas largas y sombreros para protegerse de la inclemencia del sol, me habla de lo absortos y perplejos que se quedaban al detener su ritmo habitual al oír un estruendo y una queja y ver a lo lejos como caía un compañero, muerto en  manos de la maldita dinamita, cómplice anónima  de aquellos que querían acallar la alegría y el entusiasmo por trabajar de aquellos SUBDITOS DE LA CORONA BRITÁNICA. En su retina quedaban los instantes en que la gente desfilaba al despeñadero, donde quedaban sin vida,  perplejos y aun incrédulos las escenas de llanto y dolor de aquellos que endechaban a los caídos, esto ya no eran la excepción, pues las mismas se convirtieron en el pan de cada día. Los hombres no lloran, y si lo hacen se secan las lágrimas y siguen, eso les ocurrió a los jamaiquinos en nuestro país, parte de una DENUNCIA SOCIAL, muy pocas veces analizada, de pronto la historia que fue en el ayer no ha cambiado mucho, MUERTO UN NEGRO, no hay que hacer mucha alarma ó dar gritos al cielo, hay simplemente saber que no tiene mucha cobertura y que esas historias no se venden mucho, así que la mayoría de la prensa de ese entonces ni se dio por enterada, LA COMPAÑÍA (The Guayauil and Quito Railway) que los trajo se amortiguo dejando su responsabilidad a unos terceros (Jp: Mc Donald Company) que tan irresponsables fueron como los dueños principales de la obra, así que si gigantes piedras fue la lápida más lujosa que se podía conseguir en la montaña, era peor que quedar en un terreno llano que no señalará nada.
Cada vez que te hablo de los jamaiquinos y su paso por este país, no te invitó a desenterrarlos, quiero más bien que los dejes en paz, pero que lleves a casa sus recuerdos y los evoques en las horas más lúgubres y creas en el Dios que guió sus vidas, que la Palabra que Dios nos dio y que ellos la leyeron, sirvan como tu guía y derrotero para marcar el camino por el cual debemos de transitar.
Hoy tenemos la comodidad del siglo 21 a nuestra disposición, sus tres ó cuatro generaciones ó más que han pasado han alcanzado lo que ellos nunca hubieran soñado, sin embargo considero que es nuestra obligación honrar la memoria de ellos y la forma más practica creo  es recordándolos y viviendo como ellos vivieron, contentos con lo poco, pero si podemos aspirar a  algo más lleguemos tan lejos a donde  nuestras velas henchidas del aire que sopla de Dios, nos lleve, pero en todo lugar donde estemos, podamos recordar que aquellos que abrieron la montaña, doblegaron el mal tiempo, capearon el temporal del maltrato son aquellos que inyectaron en nosotros un espíritu y un porte espiritual que es importante, ESA ES NUESTRA HERENCIA, ESE ES NUESTRO LEGADO Y AQUELLO QUE RECIBIMOS, do quiera que vayamos, no los hagamos quedar mal, ese debe de ser nuestro compromiso y el de las futuras generaciones, para que nadie diga, ni se llene la boca diciendo yo enriquecí a estos negros, sino que podamos decir el favor de Dios, estuvo con nosotros al igual que con nuestros ANTEPASADOS al otorgarnos la vida, Dios es el causante de nuestra prosperidad y de la protección de nuestras vidas HONREMOS A DIOS y HONREMOS LA MEMORIA DE LOS 4.000 TRABAJADORES JAMAIQUINOS al hacerlos quedar bien.

BY:  AB. ELEODORO ESTEBAN PORTOCARRERO CLARK IV
Guayaquil-Ecuador 31 de Diciembre del 2012   10:35 AM
                  PARA  JAMAICA  EN  EL  ECUADOR.-